Los tiempos en el que los colegios tenían colas eternas en períodos de matriculación han pasado a la historia ya que las preferencias de los clientes también han cambiado porque el mercado también cambia y ahora los equipos de gestión de centros dan un paso hacia delante y ya no ofertan un mero servicio educativo sino lo que se les proponen a las familias, al los clientes, es acompañarles en todo un proyecto de vida que apunta directamente a las emociones, que apunta a la confianza, que apunta a la responsabilidad social y apunta a la globalidad mundial, es decir son los mismos planteamientos del marketing lateral del hoy que nos plantea P. Kotler.
Esta nueva situación obliga a relegar en el armario las antiguas maneras enmohecidas de gestionar las escuelas y adentrarse en nuevas maneras de posicionar a nuestro colegio como un referente educativo pero con relevancia social. Es en este momento, cuando las escuelas tienen que decidir muchas cuestiones para seguir siendo fieles a sus idearios pero también deben de ser capaces de buscar y crear su océano azul. Y de ese modo diferenciarte de la competencia educativa de tu distrito o municipio con tu propio estilo. Y esta circunstancia termina siendo una obsesión para los gestores de los centros educativos que dejan de ser meros burócratas y pasan a ser gestores de tiempos,de ilusiones, de sueños y de futuro, con una finalidad bien definida, ser escuelas solventes, fieles a su misión y referente en el sector educativo y con las aulas repletas de alumnado y para ello deben tener una visión económica, de mercado y de gestión diferente a la comúnmente establecida.
Equilibrio en la gestión entendido como:
Solvente si, pero solidario.
Con historia si, pero atrevido.
Creciendo a nivel local si, pero mirando al mundo.