Cuando unos padres se plantean a qué colegio llevar a su hijo se mueven diversas motivaciones: practicidad (si por ejemplo el hermano mayor ya está yendo a un colegio), futuro académico, futuro profesional, motivaciones personales (yo fui a este colegio), pero hay un aspecto que la mayoría de los padres considera fundamental: que mis hijos la mayoría de los días vaya y salga contento del colegio y que si mi hijo tiene algún problema, el centro dé la cara y sepa ponerle solución.

En la búsqueda de la felicidad de mi hijo presente y futura busco: que el colegio tenga un proyecto educativo interesante, que haya un buen ratio de alumnos por clase, que se trabajen idiomas para que sus horizontes en el futuro sean más amplios, que el colegio tenga valores acordes a los míos, que esté bien organizado, que dé soluciones a problemas prácticos (horarios, comedor, etc) y que ofrezca buenas instalaciones. Pero os podría preguntar, ¿Qué os hacía más feliz cuando vosotros erais niños? ¿Tener un patio impresionante para ti solo o el reírte con tus compañeros jugando y disfrutando aunque tuvieras que compartirlo con otras 3 clases?

Sin duda lo segundo. Es habitual que en la búsqueda de la felicidad de nuestros hijos a veces perdamos el foco, nos dejamos deslumbrar por terminologías en inglés (A veces, parece que consumimos educación como si se tratara de un coche, ¿Qué extras me ofrece? Learning, ipads, flipped classroom, project learning. (no digo que todo eso no esté muy bien)), a veces parece que hipotecamos la felicidad presente de los niños por un futuro hipotético de “éxito”, sin ni siquiera saber muy bien a qué se refiere el término. ¿Qué es el éxito? ¿Ganar dinero? ¿Formar una familia? ¿Disfrutar de la vida? ¿Mejorar la vida de los demás? ¿Mi hijo entenderá por éxito lo mismo que entiendo yo?

Es por ello que el saber dar y poner en valor lo humano y la convivencia es un aspecto fundamental a la hora de que unos padres se decidan por un centro educativo y, sobre todo, que decidan quedarse en un centro educativo.

Por otro lado, no debemos olvidar que un gran porcentaje de los alumnos que abandonan un colegio tiene que ver con que los niños no están a gusto en el colegio, muchos no lo llamarán acoso, pero año tras año se marchan niños que iban a disgusto al colegio, ¿Por qué será? Es curioso el esfuerzo que hacemos por captar nuevos clientes y lo fácil que a veces descuidamos su fidelización.